Cuando compras una casa de obra nueva en muchas ocasiones no te permiten hacer grandes modificaciones en la distribución ni en los acabados. Si te lo permiten aparecen las famosas «mejoras de calidades» y por lo tanto el precio se dispara. Este es el caso de este proyecto en Méndez Álvaro, Madrid.
Ana nos llamó meses antes de que le dieran las llaves de su nueva casa. Tenía claro que antes de entrar a vivir necesitaba dar más metros al dormitorio principal, ganar un vestidor y amueblar toda la vivienda.
Trabajamos sobre los planos de la constructora hasta que pudimos ir a medir. Esto nos permitió ganar mucho tiempo y poder ir definiendo no sólo la distribución, sino también el mobiliario y la decoración de la vivienda.
Se trataba de un piso de 3 habitaciones que finalmente quedó en 2 para conseguir espacio para un vestidor. Al unir dos dormitorios pudimos crear un armario en pared y otro central generando una zona de vestidor y haciendo de división con la parte en la que está la cama.
Este armario central tenía que ser una pieza especial por lo que hicimos que no llegara al techo y que dejara paso por ambos lados para no perder luminosidad ni cortar los recorridos. Además, elegimos un color especial que coordina con otros elementos del dormitorio y le da mucha presencia. Este armario tiene muchas funciones, aporta almacenaje, divide el espacio y da soporte a la televisión escondiendo los aparatos y cables.
El papel que elegimos para el cabecero es una explosión submarina de color. A través de él fuimos definiendo el tono del armario y los textiles de la cama, cabecero y cortinas, todo confeccionado a medida.
La guillotina y el salón
Otro de los espacios donde también hicimos algo de reforma fue la cocina. Se quedaba oscura y decidimos abrir un hueco al salón con una barra para desayunar y comer. Ana nunca quiso tener un comedor formal pues no le iba a dar casi uso por lo que creamos esta barra y le añadimos una ventana de guillotina. Esto nos permite cerrar cuando se está cocinando y evitar olores en el salón.
El salón es una estancia muy luminosa, con casi dos paredes cubiertas por ventanas, por lo que elegimos un sofá en un terciopelo azul marino que destaca sobre el fondo blanco. Lo completamos con un mural en tonos blancos y grises con un paisaje que da mucho volumen y sobre el que resalta el mueble de tele en roble con esquinas curvadas. Otro elemento importante que da mucho contraste es la librería en negro que viste el otro lado del salón dando mucha capacidad de almacenaje.
La nueva zona de trabajo
La habitación de invitados y espacio de trabajo, también fue intervenida. Realizamos unos muebles a medida en madera de roble sobre la cama y empapelamos la pared con un papel divertido y atemporal en tonos blancos y negros.
El escritorio tiene truco, y es que se convierte en mesa de comedor cuando Ana tiene invitados. Es una pieza bonita y versátil.